De tener que por ti llorar un día,
serían mis lágrimas dulces como miel,
otro sabor no se condeciría
con la delicia del amor aquel.
Que nos hizo vibrar , nos dio ternura…
que nos hizo sufrir, nos dio dolor…
que al brindarnos pasión, nos dio locura…
y nos llenó de goces y estupor.
Ese llanto, inundaría mi alma
de néctares puros, casi divinos,
como todo lo que a ti yo supe darte.
Y en él encontraría seguro, calma,
que a mi lado recorrería caminos,
mientras llorando, podría recordarte…
® Susana Valenzuela
30-01-10