Jardin de invierno

Son mis manos dos sauces para cobijarte,
y mis ojos dos almendras para iluminarte.
Y mi boca cereza madura en tus labios
para esos días en que me dejes besarte.
Mis colinas son tus huertos perfumados
donde puedes casi siempre inspirarte,
como pájaro que en vuelo siempre sabio
siembra flores sin que por ello se harte.
Bajarás a lo más hondo de mi tierra
Al confín donde nacen mis suspiros,
convertido en picaflor muy aguerrido
A libar la dulce miel de mi corola.
Como bardo que antecede a la aurora
que se lleva en sus aljibes de plata
la dulzura de un abrazo que no ata
cuando siembra la simiente que allí brota.