Todas las Tardes de Marzo

En un otoño naciente, en una tarde de Marzo,
yo conocí las caricias que me brindara tu abrazo,
fueron los mejores días, aquellos días dorados,
en que me diste la vida que te temblaba en las manos.
Y cuando supe decirte, con la verdad en los labios,
que te quería cual nunca, cual nunca yo había amado,
tu me miraste risueña, yo pensé en días soleados,
y así fue como estuvimos enamorados en Marzo.
Los días que transcurrieron desde amanecer a ocaso
fueron la luz que ilumina mis posteriores fracasos,
fueron la llama divina de sentirme acompañado,
fueron postrimera estrella, que aun hoy, guía mi barco.
Lo que me diste en pureza, lo que dijiste soñando,
lo que dejaste en la sala, que en vano es recrearlo,
mi amor, lo que entregaste puro cual sueño de pájaro,
todo mi ser acompaña mas allá de los ocasos.
Porque tu me diste amor, amor simple sin reclamos,
amor puro hasta dolerte con silencio entrelazado,
sin palabras que sobraran, sin llanto resquebrajado,
mas me marche en esa tarde del mismo otoño dorado.
Luego fue la despedida en una tarde de Mayo,
dolor en mi no dejo, porque me dejo el hallazgo,
la tarde plena de soles, el recuerdo de tus labios,
y esa despedida no fue, como otras veces fracaso.
Dejaste en mi lo tierno de tu sonrisa,
una luna y un lucero, lo tibio de tu regazo,
tu recuerdo no es temor, es ansia plena de llanto,
es cobardía y vergüenza, es pedir perdón callado,
porque lo nuestro vivió, todas las tardes de Marzo. ALMAVIVA