Dormía la tarde
junto al ocaso;
el mar besaba la orilla,
que aquietaba mil fantasías;
cantaban las aves
el cálido trino
que la brisa acariciaba;
erguíanse jirones de espuma
cuando las olas,
en su alocado devenir,
mordían su nombre.
Inmóvil quedaba la aurora
en madrugada:
esperaba el amanecer
envuelta entre horas
de una historia
olvidada de fechas,
sin signos,
. ya sin señas.
A lo lejos. iracundo
el débil murmullo
de tanto silencio.eran voces
que rumoraban su nombre,
arrojándolo al tiempo
y apretándolo entre besos;
el día entero fulminante e impetuoso se cubría de piel enardecida,
tenía forma y cuerpo
más allá de los versos inventados;
sus manos,
coronada de orquídeas,
se extendían inciertas y lentas
buscando los sueños;
sus labios
cual coplas dormidas
se contraían sobre el pecho
desnudo y fresco;
trepidaban mil caprichos
igual que la tarde
al pensarte en medio de todo:
tendidos los dos
entre el ocaso y la nada.
Corría la brisa lenta,
confundiendo,
en su mágico andar,
las letras que articulaban tu nombre;
se las llevaba lejos,
más lejos todavía,
y yo queriéndolas sujetar
buscando juntarlas
para llevarlas conmigo.