CARTA A MI GALENA (A la Dra. Connie Torres)

"CARTA A MI GALENA"
Mi muy hermosa galena:
hoy a 22 de Octubre
en que la luna descubre
su luz de plata serena;
noche de Invierno y tan fría
que agiganta mi quebranto
viendo cuánto, cuánto, cuánto
por vos mi alma desvaría.
Yo no sé quién me diría
que estaba deschavetado,
sin brújula y embrujado,
que no sé qué parecía.
Yo diría que es amnesia,
que me falta la razón
y no tengo a la sazón
más que leche de magnesia.
Se me olvidaron las cosas
y en cada febril suspiro,
solamente a vos os miro
como rosa entre las rosas.
Una grave enfermedad
ha invadido mi organismo;
de amor tengo un hondo abismo
y en mi pecho una oquedad.
¿Podríais vos, por piedad
decirme, hablándome en plata,
de qué enfermedad se trata,
sin faltar a la verdad?
Que ¿en dónde siento el dolor?
¿cuáles síntomas poseo?
(perdón por el carraspeo...)
el principal es amor.
Vos me robásteis el seso,
el sueño y el corazón
y, valedme la expresión:
vos me bajásteis de peso.
¿Otro síntoma? os deseo
con ansiedad espontánea
infinita e instantánea.
¿Verdad que mi mal es feo?
Es ya metástasis cruel,
una absoluta invasión.
Todo mi ser es pasión,
una torre de Babel...
Miradme vos a los ojos
y con lámpara encendida
percataros de la herida
producto de mis antojos.
Tomad mi pulso y veréis
si es injusticia que os quiera.
Mirad cómo se acelera...
¿Qué explicación me daréis?
¿Queréis tomar mi presión
para que no exista engaño?
¿No tiene vuestro regaño
más amor que repulsión?
Decidme ya, galenita:
¿de qué enfermedad se trata?
Pues si el amor no me mata
yo no sé qué pitos pita...
Sóis una miel en panal,
sóis una gaviota en vuelo;
sóis una estrella en el cielo,
sóis agua de manantial.
Yo soy barco que en la mar
navega sin compromiso;
soy quien os pide permiso
para poderos amar.
Mi columna vertebral
es pasarme todo el día
pensando en vos, vida mía,
belleza fundamental.
De vuestros labios el fuego
siempre en divina amonía,
describen la fantasía
donde se cifra mi ruego.
¿Qué otros síntomas queréis
que os detalle en esta carta?
Pero, lo que más me infarta
es que vos no me creéis.
Que me tiemblan las rodillas
si en vuestra presencia estoy
y que ya no sé quién soy.
Que se encienden mis mejillas
cuando beso vuestra mano.
¿Verdad que si con tan poco
me emociono, estoy bien loco
y no hay en mí nada sano?
¿Qué medicina daréis?
Extended vuestra receta.
Intuyo que andáis inquieta;
mirad que no me matéis.
Me despido y es muy cierto
que espero vuestra respuesta.
Mi enfermedad es funesta.
Vuestro paciente: Heriberto.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)