El olvidado,
el profeta de una biblia deshojada,
el que no conoce de llanto
pero llora en todos sus adentros,
el revolcado en malparida suerte,
la borra ácida del estrato social,
el despojado de todo
e ignorado por todos
los que celebran su gracia…
El acariciado por lluvias de la iniquidad
el de gastado ropaje,
el desposeído del cariño humano,
el del buen gesto cotidiano
al que le degüellan las esperanzas
entre geografías de ausencias,
en la misma nada
y sin embargo cruza el charco,
atraviesa las fronteras del abrazo
para atrapar la simpleza de lo humano,
alimentando así un poco a su alma…
Ángel de las calles,
del pavimento que duele,
aquel olvidado por los pintores,
el que hemos visto casi todos,
el que no tiene alas…
El hombre alado,
el rico en sonrisas
que comulga alegrías
mientras nos golpea su mirada…
El pájaro de las ausencias
que silbando se anuncia
todas las mañanas,
el linyera, el vagabundo,
el personaje popular
a quién el destino le asestó
la más fuerte cachetada...
Ayer apenas lo vi
regalando caramelos
a unos niños en la plaza,
como repartiéndose en brazos
como una semilla de conciencia
de la tanta que nos falta...
Y comprendí nuevamente,
clarifiqué ciertamente que;
a veces,
los ninguneados son ángeles
y los demás:
una absoluta hipocresía
que no se define con palabras.
En: "El canto de las injusticias" (2015)