CAUTIVERIO

Y ahí estaba yo; ahora estoica y renacida, con un renovado vigor y coraje inmenso; una nueva y mejor versión de mí, lista para retomar las riendas de mi vida y, por fin, tomar mi propio rumbo.

Ahora me permitiré amar sin restricciones, abriré mis nuevas y refulgentes alas y volaré a donde me lleve el viento, ya no tengo nada que me ate a la desdicha; emprenderé el vuelo sin el lastre de la insipidez de esperar una mínima respuesta a mis necesidades; ya no tendré el diálogo con el sólido baluarte sin sentimientos que me avasallaba, con la obcecada lejanía de atención, con la nula zalamería cotidiana, eso se terminó; ahora mi límite son las estrellas y mi destino lo dicta mi corazón.

Me acicalo, y me percato con asombro que hay algo muy hermoso debajo de ese vapuleado caparazón construido con hastío a racimos, indiferencia y un interminable tedio entregado por goteo con desesperante en infinita constancia; sin la presunción de aromas ficticios, hay una encantadora dulzura femenina; sin artificios de tesoros rutilando sobre mí, existen maravillosos fulgores de mujer; descubro con agrado que el esplendor está en la seguridad de mi mirada, el aplomo que me ha dado mi liberación me otorga la altanería digna de la vanidad de una gran señora, podré dominar lo que se atreva a cruzarse en mi camino con esta postura erguida y desafiante, las huellas que mi tribulado pasado marcó en mi cuerpo hoy son motivo de orgullo y ahora advierto que me han hecho de una suculencia monumental; soy real y verdadera, única y maravillosa, se manifiesta la gran mujer que siempre estuvo, solo estaba debajo de esa gruesa capa de ceniza maldita creada por la tibieza y el desinterés.

He renacido, ya no habrá insulsas replicas, se acabaron los gestos llenos de banalidad, no más triviales caricias; ahora es inundar de ternura, abrumar con delicadeza, desbordar de romanticismo; y todo solo para mí; porque lo merezco y me lo he ganado, solo por ser mujer, por el simple hecho de existir.

Soy plena y dueña de mí. Nada me puede detener.

Es posible que mi paso no sea veloz, pero será constante y siempre hacia adelante; puedo caer en pifias, pero no otra vez de rodillas; mi voz será escuchada y la congruencia de mis actos la hará poderosa e infinita; jamás volveré a tener solo reacciones. Ante años de pesadumbre, sola me liberé, sola me reconstruí, solo a mí me debo reconocimiento y retribución, a la mujer que se soportó a sí misma y logró escapar de lo que solo ella creó, solo a mí, solo yo.

Me quedan solo un par de míseras e insignificantes interrogantes; como sabré qué decidir y cuándo decidirlo, eso nadie me lo enseño, nunca lo vi en mi madre, nadie me ha aconsejado al respecto, jamás he conocido a mujer así; escuché atentamente todo sobre la liberación y la redención; pero, con las riendas en mis manos, con los bolsillos llenos de valor y la frente al infinito; cómo sabré cuándo, dónde y qué decidir si jamás lo he visto. Tal vez el alud de despiadados reproches me lo harán saber, estaré lista para no equivocarme y en caso de hacerlo, aceptar las aplastantes consecuencias de mi nueva yo. Eso será en algún mañana, por hoy extiendo mis alas y disfruto mi libertad.

Raul Bravo

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