CAUTIVOS DEL SENTIMIENTO

Se estremecen las auroras en los pinos rotos,

las copas caen en las riberas sobre negras rocas,

hay en espera una jubilosa primavera cerca del rio ignoto

que circunda lo solitario de la ribera silenciosa.

Cedros espigados, trémulos reverdecen bajo el rigor de viento,

la noche se aproxima con su velo fúnebre y llora

gotas esmeraldas que en mi alma satisfecha despiertan

una cruz de albores y el afán de mi pensamiento

contempla violetas tatuadas con signos amatistas,

todo antiguo dolor se borra cuando la vertiente acuosa

trae en su cauce místico la flor más hermosa,

esa flor amazónica, grácil e indómita me da su tregua

y ni todo el tesoro del mundo colma el amor de su belleza.

El infortunio estaba en el fondo del oleaje venenoso,

en una tumba de abismo hondo, pérfidamente adornada.

Ella me cedió la túnica de su paladar, y la miel de su boca

borró mis rictus de amargura en alteración de un Edén sosegado

para el amor, simplemente, creando el camino del hombre y la hembra

donde plácidamente aguardamos la melódica canción del abrazo.

Las brújulas brillantes del universo nos prestaron confluencia de labios enamorados.

Cargamos en los hombros las resonancias guturales del agua respirando

y en un vaso de vida y racimos el Icor va filtrándose por nuestras manos.

Sobre el radiante velo de las pasiones escaparon inútiles pasados de lágrimas,

somos jubileo de un corpúsculo cautivo que trasciende la naturaleza:

un solo deseo forjado  de puras ilusiones, fundamentos de instintos

que abarcan.

el goce compartido en una sola casa de sentimiento vivo, cerca donde pián las campanas.