Los amantes antes de la luz

Los amantes antes de la Luz
No pequeña, son flores, o quizás sean luceros
que reflejados en el agua parecen lirios del cielo.
Ya estaba cerca el amanecer a la madrugada,
el beso seguía creciendo, mientras el aire helaba,
pero la sangre sacudida de los amantes mortales
mantenía la templanza de las nubes desveladas;
Ese amanecer no era digno de una tormenta,
No, hoy no iban a llorar ninguno de los ángeles
sobre la quietud de los árboles colmados en amor.
Después de todo, después de que iluminara el sol
habría muerto uno de ellos, o quizás los dos.
Lloraban, y se amaban, y luego lo olvidaban,
de pronto se besaban mientras se acariciaban;
La muerte se acercaba, ¡y no les importó!
¡No mires! Cariño, no mires aquel rayo de luz:
¡No miro!, solo miro tus ojos de tono azul.
¡No llores! Corazón, aún está negro el cielo,
abrázame y cántame al oído aquella melodía
con la que lograbas convertir en Luna llena el día,
no dejes que el alba nos arrebate tanto amor.
¡Oh! que tan perfecta sería mi vida,
de no haberte conocido nunca, vivir sin ti,
¡oh qué perfecto sería morir así!, ignorante,
ausente e indiferente del sabor de tu boca
o el color de tus ojos, o el sudor de tu cuello.
Abrázame, pequeño, tómame de las manos
que ya siento que el clima se está calentando,
y cierra los ojos pues la luz nos ha alcanzado
ya está aquí anunciando nuestro eterno adiós;
No pequeña, son flores, o quizás sean luceros
que reflejados en el agua parecen lirios del cielo.
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