Nuestro trato. 1987.

No me dejes señuelos en las mamposterías
a modo de señales y trucos sin sentido
ni tampoco me hables de valses y de estrías
cosas interiores que jamás te he pedido,
no me envíes cortinas de humo asesoradas
por locuaces perdedores de melancolía
ni siquiera intentes despojarme de palabras
ni del vuelo salvaje de tanta hipocresía,
no me asiles en tus otras embajadas
segundas instancias para mediocres consecuentes
ni tampoco me recuerdes que por una mirada
se fundió el ocaso en forma permanente,
no me digas que reporches son gestiones
y las gestas son idénticas parafernalias,
ni siquiera me alabes por mis dones
ni por los otros sabores que me engañan,
no me alcances un amor a cuentagotas
ni me cuentes los disloques de una hazaña,
ni siquiera me compares con las bocas
que le dieron a tus labios ciertas mañas,
no te ufanes del amor que no te he dado
y de aquel que te hirió en las entrañas,
ni tampoco me consueles con los pasos
ni en aquello que te duele cuando extrañas,
y no me aclares que oscurece en demasía
donde el sol se apaga a cada rato
buscando las luces que algún día
se colgaron de la luna y sellaron nuestro trato!
1987.