CONTIGO JUVENTUD

Adolescente sin rumbo caminaba
persuadido de que no me equivocaba,
con la mirada ciega e infinita;
creía en el mundo ante mis pies
no sabiendo lo que es la sensatez
ni la bondad de Dios bendita.
No escuchaba la voz de los abuelos
que contaban nostálgicos desvelos,
ricos en vivencias y argumentos
con saber que le otorga la experiencia,
a fin de despertarme la conciencia,
también alumbrarme el pensamiento.
La ceguera de los años juveniles;
es un potro de movimientos seniles
cabalgante de las furias insensatas,
que te inducen a estrellarte en el momento
con idea de que tomes escarmiento
y que sepas subir escalinatas.
Si escuchamos las voces paternales
de curtídos crecimientos personales,
aprendemos a vivir en la verdad
con luces que nos dan entendimiento,
guiándonos por todo el firmamento
para así conseguir felicidad.