Atrapados

Aquellos diez voluntarios
descendieron al infierno,
previo acuerdo con el diablo
(sabio y "supremo gobierno"
de los mundos infernales)
para que les permitiera
regresar "sanos y salvos"
a este mundo de nuevo,
después de haber recorrido
los infiernos abismales.
Descendieron los viajeros
en sus trajes especiales,
transparentes, como huevos,
para proteger sus cuerpos
(al fin y al cabo mortales)
de los rigores del fuego.
Todos eran periodistas
(cinco de ellos, reporteros)
llevando cámaras listas
y también sus grabadoras,
todas ellas a la vista.
Descendieron por tortuosos
túneles en la roca,
laberintos espantosos
"más negros que sus conciencias"
en donde eran sus linternas
la única luminiscencia.
Fácilmente se perdieron
y extraviaron el camino;
los diablos que los llevaban,
maliciosos, se sonrieron,
mientras más hondo bajaban
hasta alcanzar su destino.
Macabro museo de horrores
allá, abajo, contemplaron:
toda clase de dolores,
y de espanto se llenaron
mientras filmaban escenas
y grababan crueles penas
de aquellos infortunados
que, al morir, se condenaron.
Terminado el reportaje,
ya "con los pelos de punta",
de calor abochornados,
le dieron fin a su viaje
y pidieron ser regresados
de nuevo a la superficie
con todo aquel equipaje.
Entonces, sus guías se fueron,
quedaron abandonados
en laberintos de fuego
y, corriendo desesperados,
escucharon sólo el eco
de una risa demoníaca:
-¡Aquí, el que entra, no sale!-
dijo una voz cavernosa,
estentórea y poderosa,
repetida por el eco
de aquel pétreo laberinto
con sus anchos ríos de lava.
-¡Déjanos ir, te lo ruego!-
Clamaban los desdichados
entre los lagos de fuego.
-Somos simples visitantes,
¿recuerdas? hicimos trato
al que te comprometiste
y ya hemos terminado.-
-"Ese trato ocurrió antes,
yo nunca tengo palabra
ni cumplo lo que prometo".-
Dijo el de "patas de cabra"
-"Así me gano el respeto
y temor, de los ignorantes".-
Y quedaron atrapados
para siempre en los infiernos
aquellos diez imprudentes
por "curiosos" y "valientes",
comenzando en los avernos
su prematura condena;
sabedlo: no es cosa buena
hacer tratos con el diablo,
pues viene el "crujir de dientes".-
Eduardo Ritter Bonilla.