Qué inesperada llegada
de tu ser al mío,
abriendo brechas,
rompiendo hastíos,
despertando la pasión
hace tiempo olvidada.
Mi alimentada rutina
dejó de ser mi sustento,
mi largo letargo sacudes
sólo con una mirada
y haces que anhele
tu piel ajena,
tu boca deseada.
Y renace a la vida
mi mundo apacible,
mi mundo de antaño,
tristemente sereno
gracias a ti
mi amante amado,
tan mío,
tan añorado.
No quiero despertar ahora
ni que las dudas
habiten nuestros sueños buscados,
ni quiero escuchar
esa voz tan odiada
que golpea fuerte
como un malsano murmullo,
pidiendo regrese
al triste silencio
de mi senda trazada
y que este amor
tan tuyo, tan mío,
no me haga olvidar
que sigo estando casada.