No me pidas que sea de colores,
Si tú caminas transparente,
Eres la luz de mis negros rincones,
Yo la sal, tú el aguardiente,
En mis manos crecen flores,
Tú mirada incandescente…
Se pasea por mis reglones,
Haciendo saltar letras indiferentes.
Mezclar tu piel con mi veneno,
En tus más oscuros sueños,
Y dejar que muera el invierno,
Para beber del sol sus rayos.
Desde que estas aquí,
Mi corazón late por ti,
No podré nunca olvidar,
Aquella barra de bar,
Donde rompí mi silencio,
Por oír en caliente tu grito.