El otro tiene, la vocación de una rutina
sus besos son el refugio de algún desencanto,
pero te tiene tí, lejos de mis pupilas
de mis deseos a tu cuerpo, de esperarte tanto.
El otro tiene, las pocas agallas hogareñas
el manto de un pasado que olvidó para siempre,
la sensación de tu piel que desaprovecha y desdeña
cuando la noche pierde en mis manos su aliciente.
El otro no te toca y yo, yo amor me desespero,
por tenerte en mi guarida por mis caricias ataviada,
tendré en la espera lo que el ansia y el desvelo
me dejen esta noche de esperarte en mi almohada.