vivimos juzgando a los demás,
pero nunca nos juzganmos asà mismos.
Nos preocupamos por educar a los demás,
como si fueran miseros perros,
y eso nos da el pleno derecho,
de meternos en la vida del próojimo;
y nos damos a la tarea de juzgar.
Pero nunca revisamos nuestro interior,
y nos detenemos a mirar nuestras vidas.
miramos la paja en el ojo ajeno,
y nunca la viga que hay en el nuestro.
Etiquetamos a las personas,
con el concepto de bueno, o malo.
Calificamos segúun nuestro criterio,
y los condenamos, sin darles una
oportunidad.
No nos percatamos que ellos son
tan buenos o tan malos como yo;
que todos somos como un robot,
y respondemos a una programacioón .
arranquémonos de un tajo la máscara;
dejemos de ser hipocritas y fariseos.
Nadie nos ha dado el poder para juzgar.
¡Vivamos y dejemos vivir!
Dejemos de juzgar y condenar,
para que el mundo siga su curso,
y podamos vivir en paz.