¿Cómo te llamas?

Quería en tu vida abrigar todos los espacios de tu piel,

llevarme lo que deja de ser piel cada día y año;

quería que tus sueños me recuerden cuando no esté ahí,

cuando me aleje en silencio de la mente,

cuando me pierda sin saber dónde volver.

Quería que rezarás cada vez que no llegara pronto a casa,

que mil años se sientan en solo un día

si no estuviese un feriado a tu lado,

a veces quería que saliéramos a comprar juntos

una y mil estrellas caídas de otros corazones.

Y no quería que siguieras llorando cuando el día no fue tuyo,

cuando el día fue enemigo de tu esperanza y sueños.

Quería ser tu amigo a quien dijeras lo que sientas,

sincerarte en la mente y las palabras para conocerte de nuevo,

como si otra vez fuese agosto al terminar.

Quisiera que regrese el día en que me querías contigo,

quisiera verte partir de espaldas a mí y mis brazos abiertos;

pero ya no es mío ni el tiempo, ni tu espalda, ni tu deseo.

Mañana veré qué puedo hacer para tenerte conmigo,

o puede que mañana ya no desee ni a mi vida ni a ti.