Soy culpable, sí, soy culpable
aunque no fuí quien lo hizo;
lo intuía y no hice nada,
mi conciencia es mi castigo.
Tantas noches de reproches
llenas de duras palabras
que,casi a diario, en su cuerpo
a sangre se las grababa.
No sirvieron mis consejos,
no escuchaba mis palabras,
tan sólo tiernos abrazos
y consuelo me aceptaba.
Cuántas veces me explicaba
que no quería hacerle daño
porque estaba enamorada,
que en el fondo no era malo,
que a veces se molestaba,
que los celos le podían,
que lo hacía porque le amaba.
Ella ya encontró la paz,
él ya cumple su castigo,
mi conciencia queda rota
por no cambiar el destino,
por no hacer una llamada
que ella,por miedo-amor, no hizo.
Cuando el amor se disfraza
con posesión desmedida
no le llamemos amor
llamémosle droga dura
que te anula la razón;
es un arma que dispara
y apunta a tu corazón.