Andando un día encontré olvidada desafiando al tiempo,
letras tan pequeñas a penas legibles, solo adivinando
comprendí, que alguna vez habló de un amor perdido.
Una rosa marchita, esparciendo sus pétalos por el campo.
Sueño adormecido, olvidado como nuestro amor quedó.
Ese gran amor de la vida, que a tanto deslumbro su belleza.
El tiempo lentamente llevaron las promesas y las tristezas
en la playa de los recuerdos quedó los nombres de los dos.
Los nombre escrita en la arena, eran testigo mudo e incierto.
Se abrió el cofre de ilusiones y de él volaron unos ojos triste,
también lagrimas cuajadas de rocíos, las huellas aun persiste
en los rostros, en el recuerdo volvió esa mano pequeña al viento.
Nuestro sueño de verano troncado, sin orden ni concierto muere,
la niña quedo llorando aquella partida, apretando entre sus manos
la rosa con espina, sangra hasta en el alna, y ya todo fue en vano,
a pesar del amor inmenso de los dos, el destino prefirió que así fuere.