A Santa Teresita del Niño Jesús.

1
Santa Teresita del Niño Jesús:
Cuando yo en mi Lecho del Dolor sufría,
Al tuyo acudía a buscar consuelo,
Pues, si yo sufría, más sufriste tú,
Mas tú estabas siempre llena de Alegría;
De Tristeza, yo.
Tú, de tu Dolor,
Hacías Virtud.
Rebelión, hacía
De mi Dolor, yo.
Yo a Dios no, acudía
Porque me sentía
Dejado de Dios.
Todo se lo daba.
Todo me negó.
Clamaba.y clamaba.
Y no me escuchó. 2
Por Amor de Dios:
Santa Teresita del Niño Jesús,
Pide por mí a Dios.
Jesús a Su Cruz
Moría abrazado.
Y a tu Dolor, Tú.
Yo, de mi Dolor
Vivo renegando.
En vano quisiera
Como Tú, abrazarlo.
Convertirlo en Gozo
Y, gozosamente,
Abrazar a todos
En un Gran Abrazo.
Si Jesús lo hizo
Y lo hiciste Tú,
Yo quisiera hacerlo.
Pero ya estás viendo,
Santa Teresita del Niño Jesús,
Que hacerlo no puedo,
Por más que lo intento.
Tú tenías Fe.
Yo tu Fe no tengo.
Házmela tener.
Sólo si la tengo
Lo que ahora no puedo
Después sí podré. 3
¡Cuánto sufrió tu Cuerpo!.
¡Cuánto tu Alma gozó!.
¡Cuánta Alegría en medio
De tanto Sufrimiento
Del que tú hiciste Ofrenda
E Inmolación!.
Sabías que sufriendo
Dios te escuchaba
Y a su Obra Redentora
Unida para siempre ya quedabas.
Tu Lecho fue tu Cruz,
Y en él, Dolor y Amor, juntos estaban.
Como juntos lo estaban,
Cuando, clavado al lecho de Su Cruz,
Por ti y por mi Jesús agonizaba.
Los Bienes materiales
Que el Dolor, sin piedad, te arrebataba,
En Gracia convertidos,
Ante Dios los ganabas.
Y esa Gracia, después,
Sobre todos nosotros,
Como una Bendición la derramabas.
Luego esa Bendición a ti tornaba,
Y en un Lecho de Gozo
A tu doliente Lecho trasformaba:
Dios, que murió por todos,
Tu Amor por todos te recompensaba.
Nadie fue tan feliz sufriendo tanto,
Pues la Gracia de Dios contigo estaba,
Trasformando tu Llanto
En un Canto de Gloria y de Esperanza. 4
Mi pequeña Teresa,
Qué santa Envidia la que tú me das
Cuando tu Fe y la mía
Me pongo a comparar.
Y cuando veo qué segura estabas
De que estabas viviendo la Verdad.
De que estabas labrando una Ventura,
Que tuya fue, pero que hiciste nuestra,
Pues siempre fuiste nuestra, más que tuya.
Imitar a Jesús sólo quisiste
Y de imitarle no dejaste nunca
Mientras en este Mundo nos viviste.
Mientras tu Luz brilló en la Noche Oscura
Y fuiste la Alegría de los Tristes.
La Hermosura de Dios fue tu Hermosura
Y a Dios bendicen quienes te bendicen,
Porque, gracias a ti, de ella disfrutan,
En sus horas más negras y más tristes
Cuantos en su Dolor a ti se acercan,
Y siempre les escuchas.
Y siempre les consuelas.