Les escribo ya
con el día vencido
y eso
que no he bajado la guardia
y me he leído un buen atado
de poesías
de todo tipo y tramas.
Y ahora aquí estoy
rematando un poema
que me fallaba
para que mañana
todos y todas tengan
su poesía bien horneada.
Yo amaso las poesías
con harina muy blanca
y les pongo levadura
de esa que se saca
de las entrañas del alma.
Son el agua y la sal
un poco de todo lágrimas,
bien sujetas en su dinámica
al mandato de quien
las prepara con paciencia
y muchas ganas.
Ya llega el momento de dejar
mis poemas
para que cojan templanza
entre calores y llamas,
para que así crezcan
en todo lo que unas letras
pueden hacer
para cuando se saben
queridas y amadas.
Y ya ellas calientes
y sus cuerpos convertidos
en ricas viandas
la sacamos a la luz,
para así ser depositadas
en el mostrador de la vida,
para que puedan ser
olidas y tocadas,
mordidas y si hace falta
con cariño amadas y estimadas,
pues de esta forma
tan refinada,
se cumple aquello
de que las buenas letras
si bien son tratadas,
alimentan más
que un puchero de carne
con patatas.
un saludo y abrazo