Amanece y, ya siento el ocaso,
en el día, que es el alba me figuro,
ni de mi realidad estoy seguro,
y va llevándome a un visible fracaso.
De la espiga, el sueño me separa,
sin tiempo presente se va la vida,
como una semilla no germinada,
la flor del amor, ya no me ampara.
A la memoria aun inunda alegría,
que seguramente ya no serán mía,
se seca la vertiente ante mis ojos, trémulo estoy en el umbral de hinojo.
La nota del violín anuda mi garganta,
la nube en la urbe también espanta.
Autor: Alcibíades Noceda Medina