Érase un hombre a un gran ego pegado,
érase un ego tan sumamente altivo
que desde arriba miraba obnubilado
viéndose arriba rey y abajo sus esclavos,
eso sí,
sin poder dominar sus instintos primitivos,
érase un hombre de humildad desosegada,
érase un pincel que se jactaba de su buena educación,
érase un maniquí cual mayor preocupación
consistía en mantener su mente despejada
pues meditar,a menudo,le causaba irritación,
érase,érase,érase..
erase que su ego le agarraba
hasta dejarlo sin respiración,
y claro,
la sangre no llegaba
ni a la cabeza ni a su pobre corazón. MARGA M.R. (mar 68)-M.B.