Aquel último verano.

Acaso te parezco, sin dudas un ermitaño,
un ser imperfecto que recorre desventuras
el mal trago de contínuos desegaños
la marca cruel de una historia que perdura.
Acaso te refieres a mí como a un sedentario
que amanece despierto sobre almohadas desconocidas,
el fulgor secreto que apagó su calendario
en días de ilusiones permanentes y perdidas.
Acaso me miras con el afán de una princesa
y con las ganas de verterme todos tus pecados,
entonces se te cae una lágrima que besa
los finos rincones de tu aura y mis candados.
Acaso me recuerdes como aquel sobreviviente
de una guerra ya perdida de antemano,
y en el ocaso altivo que precede a tu pendiente
parece musitar aquel último verano.