Vagaba insensible por esta vida sin color;
con los ojos cerrados, agobiado por el dolor,
hasta que una muy dulce luz me iluminó...
Inteno abrir los ojos, miro al cielo y quiero verte:
mágica, hermosa, radiante criatura dulce
como un dulce chokolatito escapada de un cuento magico.
La claridad de tus bellos e increíbles ojos
por ahora tan solo me lo puedo imaginar,
para darle color a los espacios grises de mi corazón.
Inconsciente de mí, sin medir las consecuencias,
te entrego mi amistad, mi sinceridad y mi alegria;
te entrego, quizás, el más sincero de mis tesoros:
mi sinceridad más pura y sencilla
La vida me ha golpeado de manera insaciable
con una indescriptible y feroz indiferecia,
terrible e intenso dolor, sólo comparable
al que se siente cuando pienso en mi vacio...