ABUELA MARGARITA

Tal vez hubo una làgrima
a punto de asomar
pero fue inùtil, retrocedìo
y nunca màs fue.
Era sàbado de otoño...
En suspiros, sin dolor,
sin hacer ruido,
doblò sus rodillas despacio,
vencidas por setenta y cuatro años.
Era sàbado de mañana...
No quiso demorarse,
habìa un encuentro a pocas cuadras
y a pocas cuadras del mundo
un dìa encontrò lo que buscaba.
Cuando abra sus ojos
en un glorioso despertar,
se llenaràn sus pupilas de gloria,
de vida, de inmortalidad.
Era sàbado y fua a adorar a Dios...