Bien sé que no he sufrido suficiente,
que dos o tres dolores reservados
me quedan por ahí como velados,
dispuestos a agredirme de repente.
Compárolos con un león rugiente
que ronda tus espaldas y tus lados,
e igual que los cobardes declarados,
evitan atacarte por el frente.
Empero ni me espanto ni me arredro,
por más que desatinos me provoque
pensar que llegarán sin avisarme.
Si fuertes son que lleguen a causarme
la muerte, pido a Dios, cuando me toque,
las puertas de su amor me abra San Pedro.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC