Miro a los costados, veo tu cintura que se ensancha, capullo indisoluble, crecimiento
demográfico en el cautiverio de una realidad que
nos oprime. Pareces otra, tu mirada, tu imagen,
hasta tu violencia en la lucha, merece ser cambiada por el versar de un ruiseñor etéreo,
te miro hoy, desde tanta lejanía absurda,
desde tanto dolor de haber sido, y tanta
pasión de parecer ser, solo atino a descubrirte
entre tanta nostalgia vertiginosa,
y el azar absoluto del amor que floreció cuando
todo era adolescencia y picardía.
Te miro desnuda, en la concepción de la mujer
pura y cristalina, tu otra faz, tu otro espejo,
veo tu cintura ensanchada, sueño con tu
ombligo de algodones y paciencias,
callo tu muerte, obligo a no saber
el delirio de una verdad,
que aún oculta, trasciende los umbrales
de los muros y deja caer una purpurina
de recuerdos...
Miro a los costados, veo al niño que pudo ser,
vestido con tu sangre, a modo de instantánea,
el humo de una recámara que mató tal vez, la duda
eterna de mi vida.