No calles corazón grita su nombre,
Al igual como fue la vez primera;
La llamaste envuelto en sus pasiones,
Y temblaste al igual tiembla la tierra.
Fue ella quien te dio mil emociones,
Y por eso es su recuerdo tu querella;
En tu alma se grabó lo que sentías,
Y en tu alma, sigue siendo, ella una huella.
No calles corazón, grita su nombre,
Y si puedes, hazlo tú con mucha fuerza;
Si el destino no dejó, que fuera tuya,
Fue el destino quien perdió, y no tú a ella.
Por eso, tu jamás podrás olvidarla,
Aunque sepas, esa mujer será una deuda;
La deuda que te factura hoy la vida,
Y con llanto, tu tendrás que resolverla.
Tú que alardeabas de ser muy razonable,
Y que nunca llorarías por tus penas;
Dime entonces, por qué gritas su nombre,
Dime entonces, cuando ya no puedes verla.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita