Alguien a quien amar...

En una tarde de esas cuando revisas exhaustivamente tu vida, donde encuentras todos los triunfos y fracasos que has tenido, donde los recuerdos pasan uno a uno en la memoria y provocan una sensación de nostalgia en el estómago.
Me dí cuenta q en mi vida me hacía falta sólo una cosa, algo que es lo más valioso que un hombre puede tener, “una mujer a quien amar”, alguien con quien compartir tus alegrías y tristezas,
que al estar juntos parezca como si caminaran por un universo que sólo ellos pueden entender, alguien a quien correr a ver en un día en que todo saliera mal, y sólo con pensar en verla, fuera suficiente para pensar que todo estará bien y que al verla me quitara la respiración provocando en mí el sentimiento de conquistarla día a día como si fuera la primera vez que mis ojos la sintieran.
Alguien con quien disfrutar la vida, alguien que pueda comprender que la vida sin ella no es más que una rutina absurda, alguien que con una sonrisa te dibuje un mundo lleno de felicidad e ilusión, alguien a quien amar… Y ahí pensando todo eso, me preguntaba si es verdad que el destino se encarga de poner frente a frente a personas que están hechas uno para el otro, e imaginé el día que yo pudiera encontrar a esa persona que pocos pueden encontrar en su vida, alguien a quien amar.
Aunque creo que pensé que era una utopía eso de que pudieras encontrar alguien que se complementara contigo, y dejé ese pensamiento; que entre los brazos de la soledad puede volver loco a cualquiera.
Un día sin más, con el más simple pensamiento que ha sido la semilla de monumentales capítulos de amor, que es cuando sientes algo que no puedes evitar al ver a una persona; que en toda tu vida no significó nada, pero que en unos momentos te diste cuenta que al conocerla, pensar en ella se volvió más fácil que respirar. Entonces coincidimos sin siquiera darnos cuenta, y como en todo, un día sin nada en particular, comenzamos una aventura que ahora me roba el sueño por las noches con una necesidad de tenerte a mi lado que quisiera salir corriendo como un loco hasta donde estas, para gritarte que cada minuto que pasa es una eternidad que duele aquí en lo más profundo de mi pecho.
Que no entiendo cómo, ni cuándo sucedió esto que siento, aunque claro siempre he dicho que el amor no es para entenderse, sino para sentirse y vivirlo sin preguntarse, si es justo, limpio o duradero, solo sentirlo sin más…
Llegaste entre tinieblas que me acompañaban en un triste camino donde comenzaba a creer que la soledad era ya una compañera habitual, donde podría pasarme toda la vida sin que nada me agobiara, pero, desde hace poco he encontrado lo que no buscaba, lo que nunca imaginé, lo que no esperaba, pero que siempre anhele…
Tú! Tu mujer de luceros cautivantes en el rostro, que iluminan la vida de cualquier hombre en la que aparezcas, tú que haces hombre a cualquier ser humano, que con solo decirme “te quiero” haces de un simple minuto; una historia que guardar en los capítulos más importantes de mi corazón, que vuelves una adicción ver ese coqueto destello de feminidad que tienen tus ojos, que con una sonrisa tuya me basta para pensar en lo sencillo que es quererte, anhelarte, y amarte.