Ayer...,
el ayer ya se nos fue
y se nos vino el presente
que empapa de realidades
y en suspiros se nos vuelve.
La nube color presente
al alma nos adormece
y el aire la bambolea,
estruja,… casi disuelve.
Así se me van los años,
los años de mi presente;
que un día, un día cualquiera
en que el sol, quizás brillando,
a mi frente capillera
negra vela irá alumbrando.
Tal vez un confuso rezo
en el desenlace fatal
con lenta, amarga inquietud
levante una voz al cielo
de súplica, de piedad:
-¡Un momento,
que mi vida ha de empezar,
que se me fueron los años
en un cobarde esperar!
¡Resuenen las campanadas
que mi exilio ha de esperar!
Elevo mi voz al cielo,
llena de sueños la vida;
una súplica adormecida
que grita en su despertar:
-¡Maldita la cobardía!,
al tiempo que pide paz.