En un edén etéreo
al comenzar el rojo ocaso
te soñaba;
en un instante eterno
sin pasado, sin futuro
te sentía.
Eras sólo tú, tuya, libre,
de nadie, ni mía siquiera...
Con los brazos
sobre el pecho maternal cruzados
caminabas atravesando sombras
de árboles sigilosos,
mientras en las frondosas ramas
los adormecidos pájaros
a tu paso callaban sus cantos.
Eras solo tú, tuya, libre,
de nadie, ni mía siquiera...
Mientras el último sol
besaba tus cabellos dorados
y el último viento
acariciaba tu rostro sereno,
nacía lenta la noche
con su infinita bóveda celeste
en tus bellos ojos reflejada.
Eras sólo tú, tuya, libre,
de nadie, ni mía siquiera...
Mientras el agua cristalina
de un susurrante arrollo manaba,
las flores del atardecer
a tu callado paso sus tallos inclinaban.
Eras solo tú, tuya, libre,
de nadie, ni mía siquiera....
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Jon
02-06-07