Y que? Que me importa a mí que me hallas despreciado este corazón, si ya lo tengo segado. Es solo que me estaba curando, y aquí vienes, ofreciéndome todo lo que precisaba, ah! Y no te pedí título, te deje entrar por la puerta grande te puse alfombra roja, ardí los candiles, y te ofrecí de beber. Y bebiste cuanto quedaba, hasta saciarte, hasta saciarme, comiste lo que quedaba de mi., y te fuiste. Los días postreros, pasabas con tu caballo mas apresurado y ya no parabas a cantarme baladas desesperadas. Otros días ya ni pasabas. Y yo sentada en la ventana…
Con mis heridas supurando, las tuyas y las que curaban.