Una guerra desdeñada
en las dudas de los remordimientos,
extraño anacreonte
con su lápiz afilado,
marca la línea invisible
entre la destrucción
y la intimidación.
Las alas de la ignorancia
amarizan en el desierto
donde la bandera blanca
se clava en mis entrañas,
me olvido de los cambios
en las perchas del ropero,
se marchito la flor,
sólo permanece el florero,
llagó la sensación de angustia
a la comisura de mis labios
y el abandono no despega
de mi agobiante soledad.
La sonrisa por deformidad,
no permitir que nadie,
nadie descubra mi perdición,
aparentar la solvencia,
en la desidia de mi alma,
imponer mis criterios
a fuerza de razonamientos lógicos
que todos admiran
y yo no me creo,
estupidez de sabiduría,
poder en medio de la dejadez,
siempre estar tranquilo
a pesar de perder la vida
por la hipertensión interna.
Frío en los pantalones,
hielo en la ilusión,
las días transcurren
con las ideas cada vez mas confusas,
con las mentiras mas grandes
y con las ganas invadiendo mi abandono,
me miro y la pena me invade,
me miran y creo admiración,
estoy triste en mi interior
y que feliz aparento en mi cutícula.
Sin dolor y sin sabor
una herramienta sin pudor,
va horadando mis entrañas,
me quedo sin canción,
algún día se hará de noche,
no volverá a salir el sol.