Aquella luz

Aquella luz, la luz de la alborada,
la que sembró sus brillos en mis ojos
y suscitó los célicos antojos
en las profundas simas de mi nada.
Aquella luz apenas vislumbrada
que acarició la mar de mis despojos
y se quedó como los labios rojos
en la mejilla de la bien amada,
no fue del todo suficiente. Creo
que algo faltó para que me encendiera
y un poco más para que iluminara;
porque a pesar de que ya no la veo
y se esfumó como cualquier quimera,
sé que la amé sin que jamás me amara.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC