Los días de lluvia me recuerdan
que a veces he estado solo,
como esta lluvia que me dice
que no siempre seré feliz.
Mientras no quiebre en el intento
de seguir haciendo vida,
mi voluntad se hará más húmeda
en cada paso que doy.
La lluvia también me reanima, su ritmo me invita a correr,
mis pies salpican al caer, provocando a otras gotas,
que quedaron estancadas al cambiar las represiones,
que un sucio charco les quiere imponer.
Los días de lluvia me nostalgian,
y me provocan sollozar,
tiempos pasados, situaciones, lugares,
gente y equivocaciones, que me enseñaron a avanzar.
Mientras me moja me esperanza,
después de la nube sale el sol,
juego de fe que siempre me alienta
a mirar la luz de ayer a hoy.
No quiero saber del mañana,
la historia feliz la hace Dios,
mientras permita que haya lluvia
en la que caminemos tu y yo.
Por eso siempre que oigo truenos
y veo al cielo oscurecer,
guardo mis miedos con el paraguas,
y después salgo a sentir llover.
Tal vez me revive la esperanza,
de ese día estar en ti,
entre caricias y sueños encarnados,
para seguir siendo feliz.