Decidió ya no callar màs,
aceptó el extraño y el cariño,
en su agitada mente él la protegía,
no quería derramar sus lágrimas.
Mientras luchaba por no quererla,
no sabía que ya le quería;
mientras luchaba por no besarla
la estaba besando cada día.
Él la alejaba por no lastimarla,
sin darse cuenta que así más daño hacía,
y cuando la perdía para siempre
lo que su corazón sentía decidió confesarle.
Ella lloró, tarde era para su amor,
y su tardanza a un gran a amor la llevó,
por dudar confesarle su sentir,
en otros brazos, en otros labios
ella comenzo a vivir.