CUANDO MEDIE EL OLVIDO

 

 

 

 

 

Recuérdame cuando deje de brillar, en el lugar lejano de tu corazón. Estamos forjados de miradas y de oscuros panteones. Recuérdame en los precipicios  de esta intensa luminosidad. En los dilemas de la sabiduría y en los templos de los penitentes.  Recuérdame en la suave inmovilidad de los espejos. En la sombra  pasando hacia el  olvido. En la doble niña que peinaba el horizonte con su dulce mirada. En el inquieto sonido de las olas. Sé de  la luz que se abre paso en la quietud del viento. En el anillo de agua que dibuja estampas en el tiempo. Llévame contigo  cada día en los recuerdos más sencillos. Recuérdame en el vacío de una noche de duelos y súplicas impúdicas. Recuérdame en la eternidad de una lágrima sostenida por las manos de un ángel. En el rostro del pasajero que equivocó el camino y se murió de nostalgia. En la austeridad del pregonero de Emaús y en sus prédicas perfectas. Recuérdame en el paso de los conspiradores y su plebe de insectos. En la silueta recostada a las cinco de la tarde en un pueblo de nieblas eternas. En el viento silbando entre las ramas o en los rituales de un valle de ciegos. Recuérdame en la lujuria de una tarde de invierno. En los rostros de los  marineros  que morían de hambre en un puerto Agath. En las premisas de una noche de fuegos en ciudades sumergidas. En la espesura de un cuerpo sin huesos y en el  silente arrullo de una estrella lejana. Recuérdame aunque ya sea tarde porque de este viaje jamás regresaremos, solo porque fuimos argivos caminantes del olvido antes de iniciar el viaje.

 

 

ALONSO QUINT�N.