"CUANDO NO HAY ALEGRIA" Cuando no hay alegría, cuando todo me agobia, yo me retiro al fondo de mi oscura conciencia. Gano un cubil extraño, se lo cedo a mi cuerpo y la fobia de envolverme en mi cuerpo me deja la evidencia de lo poco que he sido, de la nada que valgo. Cuando no hay alegría todo, todo parece giratorio de espanto; pero pronto me salgo y la fobia se esfuma lentamente, decrece... Nada requiere tanta pureza y energía como ver el sendero por donde uno camina. Se adivina una triste perspectiva sombría de huellas paralíticas y el dolor desatina mis entrañas más hondas donde todo se apaga, donde todo se torna en ondas múltiples, densas y el alma se me vuelve purulenta y aciaga; donde es el sufrimiento como noches inmensas. Altas laderas pálidas, tenues, amarillas, oteros ocres, grises, tejados sin sentido. Ingrávidas congojas circundan las orillas del corazón que expulsa sus débiles latidos. Cuando no hay alegría y un marco de fracaso estereotipa al mundo que sangra en sus costados, y el alma gesticula inquietudes paso a paso y agosta nuestros húmedos cuerpos fatigados, buscamos una fuga que empañe nuestros gritos, una huida que ablande nuestra falsa figura, un presuroso escape que aplaque los contritos indominables, turbios aromas que supura la cima ya tajada de nuestro entorno mudo. Cuando no hay alegría, la nave atormentada se queja con las olas del mar que agita rudo el plebeyismo rancio de su onda tranochada. Como en un vituperio de risas lacrimosas, ¡cómo se busca entonces el amor esplendente! ¡Cómo suspira el alma la esencia de las cosas y juega a lo imposible por levantar su frente! Mi corazón no puede permanecer en franca ofuscación perenne, con la fisonomía de una fuente marchita, de un agua que se estanca, porque... porque duele la vida cuando no hay alegría. Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)