En tu recorrida sigilosa por mis estrados
mágnetica inocencia rodea tu cintura,
vértigos constantes y tus ojos en mis lados
transmiten la emoción, del ámbito a la locura.
Y al verme feliz tu felicidad se imagina
un cúmulo de idean que a merced, florecen,
cada segundo de pasión que brota en tus pupilas
cuando descansa tu piel en algo que parece.
Y en la agonía furiosa de un jadeo persistente
la vida das, y yo la mía te entrego,
para sabernos solo uno y por demás transparentes
lejos del ocaso, que en tus albores, te debo.