A veces imagino que estás conmigo y luego
me siento frente al lienzo y empiezo a dibujarte,
inmensa y bella como venida de otra parte,
no sé, tal vez de mares por donde no navego.
Empiezo por tus ojos en donde nace un fuego
recóndito que impulsa a mi espíritu a adorarte,
-verdugo de mi sangre que vibra al contemplarte
ansiosa, apasionada- y a tu pasión me entrego.
Anclado en los contornos de tu silueta afable,
me olvido de los lienzos, del óleo y los pinceles,
a los que fácilmente renuncio sin reproche.
Nervioso entonces dejo a tu corazón que me hable,
abandonado mientras disfruto de tus mieles
eternas que se esfuman, como se va la noche.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!