Tenerte cada tarde es desquiciante,
lo digo dulce amor, en buen sentido,
tu cuerpo sin dudar, me habrá rendido,
al ritmo de tus besos dulce amante.
Me enredas en tu abrazo cautivante,
y beso de tu vientre tan florido,
el campo alabastrino cual pulido,
en mármol celestial, o ya en diamante.
Recorro la quietud de tu belleza,
y bajo hasta tu muslo palpitante,
que beso con sutil delicadeza.
Y en un impulso adusto y principiante,
me fundo en el calor de tu tibieza,
formando un solo ser en un instante. (2004)