Despierto tendida sobres las sábanas de seda blanca,
No abro los ojos por temor a no encontrarme nada,
El despertador marca las siete en una triste mañana,
El invierno trae el gris de un cielo húmedo y una ciudad hastiada.
Me revuelvo inquieta por la ancha y vacía cama,
De serenidades y penas, revestidas de madera coronada.
Me levanto y me siento en una mecedora,
Por mullidos cojines rojos acomodada.
Abro el cajón de la comoda en ébano tallada,
Busco aquella cajita que me regalaste una madrugada,
Bajo el manto de las estrellas,
Y con la Luna como testigo en las aguas reflejada.
En ella guardo cada pequeño recuerdo de tí.
Nuestras fotos, en las que me hacías sonreír.
Nuestras cartas adornadas con besos en carmín.
Aquel pañuelo que emanaba el dulce olor a jazmín.
El collar que me compraste por nuestro primer aniversario,
La rosa aún marchita, me da igual, aún la guardo.
Las entradas de cine en los que ambos hemos estado.
Tantos, tantos recuerdos mi amor de tí he guardado...
Como imaginar que en la cálida cama,
En la que tú cada noche me hacías soñar,
Como imaginar que en aquella cama,
En las que contigo mil fantasías veía realizar...
Como, como imaginar que todo iba a acabar...
Como imaginar que un día despertaría en soledad.
Como pensar que un día te perdería,
Y ya núnca, jamás te volvería a hallar.
Como mi vida, como imaginar que tú me ibas a abandonar...
Y llora triste mi cama por el eco de tu ausencia,
Se siente sola y tiene miedo, y siente frío.
Aún solloza al recordar aquellas noches,
En las que a ambas nos dabas abrigo.
Rompí todos los espejos en los que te solías mirar,
Guardé todas las cosas que a ti me recordaban,
Me deshice de las flores que te solían embriagar,
Las canciones de piano que juntas nuestras manos tocaban...
¡Ay, amor! ni tan siquiera un último adiós,
Un beso, una caricia, ni tan siquiera me abrazó...
Si me hubiera dejado arrodillarme frente a él,
Y suplicarle mil y un perdón.
Todavía no sé en que le fallé,
Mas si se fué es porque algo no hice bien,
Juro que mis errores enmendaré,
Pero por favor, vuelve, vuelve a mi lado otra vez...
Mis lágrimas lastimeras no cesan en su caída,
El verde cristalino de mis ojos se empaña,
Las palabras en mi boca arden y se agarrotan,
Los sentimientos hacia otra persona en mi no brotan.
Vida mía, la muerte me alcanza y mi vida se agota,
Hace años que me dejaste enjuta y sola,
Antes de sonreír a la que a todos toca,
Por favor, amor, tócame en el piano una última nota.
Una dulce canción de amor, o una triste oda,
Cántame amor melodías de frenesí locas,
O hazme llorar en réquiems a las flores secas,
O incluso, embriágame en el aroma de un poema que desvocas.
Tan solo te ruego que no seas aquella sombra,
Que en ésta vida siempre estaba y no estaba.
Que yo sentía que en la noche me arropaba,
Y que luego, nuevamente, despertaba.
No seas tan solo un recuerdo que vaga en mi cama,
No seas la cavilación que en mi mente vagaba,
Por favor, no seas el calor que yo abrigaba,
La sombra de tu cuerpo tendida sobre mi almohada.
Vuélve, sé otra vez el Ángel que me guardaba.