Buscando un tesoro en el movimiento perdido de sus encantos,
sin mirar atrás, sin precisar nada,
encontre sus ilusiones queriendo correr.
¿Que te oprime? pregunté y una lágrima recogí de sus mejillas, que por muy ásperas, no parecían, por lo que sus ojos decían.
Eran ensueños, eran dulzura, lo que se veía en aquella escena,
llena de esperanza y temor.
¿Que te oprime? de nuevo pregunté.
Y no hubo palabras que dijeran, la expresión de su rostro,
que aunque asombrado estaba, con emoción se fijaba, que la hora ya llegaba.
Ya era el momento, ya era lo inevitable. No se podía frenar, lo que por dentro gritaba.
Y esperando conseguir,
lo que tanto anhelaba, dejó volar sus sueños,
como en un cuento de hadas.