Ojalá el sol asomara de suerte
que fuese quien de aliviar lo que halagas,
pues de buena gana, en la cama, tragas,
como si aquello fuera a vida o muerte.
Pero el paraguas ha quedado inerte,
venteado, en estas horas aciagas,
y una tromba ha mojado hasta las bragas
que ya te había desvestido, sin verte.
Aunque calado, no guardo recato
pues aun con tiritona sigo tieso,
y es por eso que calzo otro zapato.
Y si de ti añoro incluso hasta el sieso,
yo, a mano, rehúso a pasar el rato,
pues peno, amor, del aguacero avieso.