Doce del día, sigo sin encontrar la poesía que le coloque sintonía a esta triste partida que tiene la vida. Cargo maletas, me llevo las cosas, pero el corazón no sé donde quedó, quizás ha ido a llorar a un discreto lugar. Algunos abrazos, consejos y besos, recuerdos de antaño condensados en fotos que regalan sonrisas de un tiempo mejor. Hacen el equipaje, mi bolso de viaje que facilitan la despedida y ayudan a pronunciar el tan temido adiós. Tantos recuerdos que iluminan el tiempo, que bordan los segundos mientras espero por la llamada y el beso que nunca llegó. Es triste, es cierto expresando lo siento; trás el humo de ese avión se diluye un corazón, y son las doce del día. Autor: Martin Lunary