Una entre tantas otras II

Yo inventé un camino común sin límites para pasarme la vida bailando de estrella a estrella a su lado. Un día perdí el rumbo, ella me besaba a traición y yo ví como se convirtió en kamikace mi corazón.
El mundo está descolorido; hace ya tiempo que llegó el circo de corazones huérfanos y enanos crecidos, de perdedores y vencidos.
No le doy alas a los resproches, fuí a una manifestación por la paz y algunos pacifistas acabaron disparados. La esperanza que mantienen algunos recuerdos son el motivo por el que yo me pierdo. Sigo preso de mi condena porque aún creo en el momento de poder salir ileso.
Tus ojos son una paradoja del desamor. Sigo esperando mis últimos versos para ti, sigo esperando el momento en que ya no crea en ti.
Tan sólo soy una bala en la recámara de tu pistola. Sigo conspirando por la libertad, puedes volver conmigo u obligarme a matar.
Si nuestros corazones no palpitan al compás, ¿qué hago yo esperándote en esta sala de espera?
Tan sólo espero que me digas tu nombre, tan sólo espero poder entenderlo.