Cuando alce tu vuelo hacia tierras lejanas
dejando a mi alma ilusionado inmerso en dolor,
antes que te vaya solamente te diré una vez mas;
yo quería ser sol y la luna que alumbra tu cielo
y soñaba contigo un promisorio futuro mejor,
siempre que al llegar te halle extasiada y serena,
cual la fiel mensajera de esperanza y amor
entre risas y abrazos sin ninguna pena,
mientras yo el suelo, el viento que abrazando tu ser
pretende en tu alma perpetuar nuestro gran ayer.
Siempre esperaba celoso que llegara la noche
disfrazarme en tu alcoba escurrirme hasta ti
entre sabanas y lechos que abrazaba tu cuerpo.
Yo intento ser el fuego y cuando frio cerquita de ti
calentar tus labios, y aferrarme a tus manos
y mirarme tus ojos también entre tantos antojos
muy cerca tuyo sollozar un grito bonito; ¡estoy aquí…!
En verdad aguardaría tu sueño como leal centinela,
para ver el dibujo en tu rostro y una dulce sonrisa.
Acaso debo levantar mis anclas, alzar mis velas, y
nadando en tu cuerpo adéntrame en tus sueños
ya siendo defectivamente tuyo y ser parte de ti.
Ahora mismo al llegar la mañana termina este sueño
con el fruto de tus brazos, mi tarea a concluida y
mucha más realidad que ilusión pasajera inexistente.
De regreso a nuestra casa yo soy el mar, soy el puerto,
que espera por ti para volver a soñar y señalarte;
lo hermoso que es la vida junto; en amor real.
Autor: Alcibíades Noceda Medina