DE COMO UNA PARTICULA CLAMA AL UNIVERSO.

DE CÓMO UNA PARTÍCULA CLAMA AL UNIVERSO.

Eduardo Morguenstern, 17.6.2015,

(Planeta Tierra, Sistema Solar, Galaxia Vía Láctea, Cumulo de Virgo.)

Infinitud incalculable, Madre Océano,

Tus gotas son inagotables...

Madre Tierra, son innumerables tus granos de arena

en la superficie y en los mantos que duermen 

transitoriamente bajo las frías y oscuras aguas…

Mañana, luego de los lentísimos pasos del tiempo

ellos brillarán al sol de los desiertos.

Los vientos caprichosos por la noche

jugarán a dibujar cambiantes dunas…

Briznas de pastos de frescos verdes,

quién puede numerarlas? Cuántas sois?

Hojas de los árboles, incesantes silbadoras

al viento apacible de los bosques y las plazas,

y las calles, alguien las contó?

Oid mi humilde canto estremecido

ante la vasta infinitud que me rodea,

(mi voz es apenas audible en comparación

con el rugiente trueno…).

Oh, estrellas, oh, galaxias, cúmulos

y supercúmulos del Cosmos 

que danzan sus cadenciosas órbitas

en el Gran Silencio gélido del Vacío

de la Eterna Noche…

Los Físicos Teóricos imaginan

que más allá del Universo

hay infinitos Multiversos…

intuyen que este Cosmos inaccesible

al completo entendimiento

es sólo un grano de arena humilde

en la trama aún indemostrable

de una colosal tela de araña

que se resiste a todo cálculo

por la limitada mente humana.

Oh partículas atómicas y subatómicas!

Cuantas sois? Un solo mol de cada elemento

llevó al pacientísimo Avogadro

a contarlas por diez a la potencia

de 64 ceros, y ¿por qué infinita cifra 

hay que multiplicarla para el cálculo

de la cifra total de átomos

en un solo Universo?

A todos Uds., incontables, digo:

Que me aterra mi pequeñez,

Que mi vida, mi pequeña, anónima vida,

que toda vida, es resultado de un azar 

(error?) que discute y contraría 

la ley de la entropía negativa. 

Que mi tiempo, a escala sideral es nada… 

Que se puede afirmar sin temor a engaño

que no existo… soy un sueño…

Que mis ojos no perciben

lo infinito pequeño ni lo infinito grande,

la vida en la Tierra es de ciegos.

Que mi pobre inteligencia

De nada se percata más allá de los sentidos…

Que son ensueños mis anhelos…

Una nada mis afanes

en la colosal infinitud que nos rodea…

Apresados en los fútiles conceptos

de hipotéticos espacios y tiempos…

nada soy, nada he sido ni seré.

De vosotros vengo, estoy y volveré,

esto es lo único que es cierto.

Nada es mío, nada tengo,

Soy apenas un espejismo

de propiedad, no soy dueño

de la masa que me forma, de la vida que me vive,

del aire que me respira.

Nada puedo decidir, por lo que entiendo,

si a las Leyes Inmutables lo refiero,

leyes que en mi absoluta ignorancia no comprendo.

¡Infinitud de infinitudes! Oh, Gran Misterio!

Sólo percibo que me oriento

a entender que mi único sustento

-mientras dure mi conciencia-

que la humildad y el Amor

den sentido a este cortísimo suspiro

que es mi vida, miserable gota evanescente

que se apaga tan pronto que ha nacido,

que ha creído en un Dios,

que ha presentido la Belleza,

que ha libado algunos vinos,

que se maravilló de abrazar emocionado

a mis padres, hermanos, hijos,

que ha besado algunos labios de Mujer, 

que ha conocido el valor de los amigos,

que palpitó con el deleite de la música,

el arte, el pensamiento y las ideas,

que se abismó en la vastedad del universo,

en ese Cielo estrellado del estío, 

en la maravilla de la flor y sus fragancias,

en los colores de lo visto,

en la capacidad de inteligencia del humano

que pudo develar en pocos siglos

tantos enigmas del mundo conocido

por uso de la razón, por el número por el cálculo,

que hoy por hoy desafía, presumido,

Los arcanos que guarda lo Infinito.

Vaya a vosotros, multitudes incontables,

este canto admirado, conmovido,

lanzado a lo eterno desde el punto

ultramicroscópico en que resido,

por un instante fugaz, aquí, perdido

rodeado de tanta inmensidad,

transito sin pausa hacia el olvido…