DE LA EDAD Y EL TIEMPO

Los meses pasan… pesan

los días los arrastro con pesar
como si mis piernas fuesen de barro
y los pies de plomo.

El tiempo, araña mi rostro,
lacera mi cuerpo, lo flagela
con su monocorde saeta

haciendo restañar los años

que pasan con una cadencia

diabólica e imperturbable

como si llegaran tarde a una cita-

El tiempo, aliado de la Muerte

fiel compañero de andanzas

se viste de escamas viscosas

y se arrastra sobre mi piel

reptando cuan áspid solitaria

que envenena mi cuerpo

con su inevitable ponzoña.

Como ejército de termitas

devoras mi carne, mi cuerpo

como ave carroñera al acecho

planeas desde lo mas alto

escondido tras las negras nubes

esperando a que caiga y no me levante

a que hinque las rodillas en la tierra

y me rinda ante ti impotente,

derrotado por tu fantasmal vuelo.

Huelo a la madera barnizada

al árbol que dejó de serlo

a la tierra mojada

a crucifijo de bronce bruñido

a la fina capa de lluvia

cubriéndo mi torso, mi cuerpo

a los pies del silencioso río Leteo.

Y rezo en la firme esperanza

de alcanzar entre sus aguas

el olvido eterno.